Llamada voluntaria o activa
Cuando uno se imagina el típico sistema de llamada paciente-enfermera desde el punto de vista del usuario, le vienen a la mente experiencias como paciente o acompañante en un hospital. El sistema es sencillo, un pulsador en la punta de un cable que cuando se pulsa inicia una llamada manos libres a través de un intercomunicador que suele estar en la pared.
Pocos se plantean todos los pre-requisitos que este esquema supone y a cuantas personas deja fuera. En los hospitales, si contamos con que casi siempre hay acompañante, se enmascaran las barreras que supone para muchas personas, porque el acompañante suele ser el que lo usa. Pero, ¿qué sucede en las residencias de personas dependientes?. Habitualmente estarán solas o acompañadas de otras personas dependientes si la habitación es doble. Sobre todo por la noche la situación es muy distinta a la de un hospital.
Una residencia no es un hospital ni debería concebirse como tal, sino como un hogar grande en el que se optimizan recursos de todo tipo, pero sin dejar de ser la casa de cada uno de los residentes. Pienso tanto en personas con diversidad funcional física, sensorial o intelectual, como en personas mayores que en definitiva también presentan dificultades funcionales variadas.
Estas personas o no tienen la suficiente movilidad para buscar, encontrar y accionar el pulsador, o no serán capaces de escuchar o hablar, o incluso no tendrán la capacidad cognitiva suficiente para entender que necesitan llamar a alguien que les asista.
¿A cuantas personas deja fuera el famoso sistema de llamada paciente-enfermera?, ¿es mejorable ese tipo de sistema?. Precisamente estas preguntas fueron el origen de SAID hace ya unos cuantos años. La conclusión es que una cosa es llamar telefónicamente y otra cosa es alertar debido a una necesidad de asistencia urgente.
Volviendo al título de este artículo, si un residente voluntariamente quiere y puede llamar usando un pulsador y su voz, perfecto, pero esa persona podría llamar con un teléfono convencional, o con uno más o menos adaptado. No haría falta un sistema específico. Sin embargo todas las personas que no pueden pulsar, hablar o entender necesitan un sistema de llamada asistencial moderno, que considere diversos sensores para detectar si necesita asistencia.
El primero de los sensores que consideró SAID es, ¡atención!, el pulsador. Pero no el que escoja el fabricante escogido por el instalador o el ingeniero, que a su vez escogió el arquitecto, que fue escogido por el promotor… que casi nunca conoce a las personas que duermen todas las noches junto a ese pulsador.
Pulsadores hay de muchos tipos y hay que escogerlo en función de las capacidades de cada persona. Puede ser de tipo pera (el tradicional), pero podría ser uno de soplido para una persona tetrapléjica, o uno de tamaño grande y situado cerca de un pie para una persona con parálisis cerebral, o bien pulsadores capacitivos que no requieren fuerza, etc. Como las personas cambian de habitación, los pulsadores también deben hacerlo y por eso es importante que sean desconectables.
Otro tipo de sensores conectados a SAID permitirán generar mensajes de asistencia a partir de situaciones diversas, como ausentarse de la cama, abrir una puerta o una ventana, moverse por una zona, convulsiones en la cama, incontinencia… A este tipo de llamadas las llamamos no voluntarias o pasivas, y son las que permiten que los profesionales asistan con rapidez a las personas que no se consideraron en el diseño de los sistemas de llamada paciente-enfermera.
Comentaremos ejemplos de uso con sensores en otros artículos, así como el tema del feedback y/o tranquilización. También cuestiones de fiabilidad y buenas prácticas.