El trabajo de evaluar si un pulsador es adecuado para una persona corresponde a un terapeuta ocupacional o bien a un fisioterapeuta.
La capacidad de movimiento, coordinación y fuerza determina como se podrá realizar una pulsación voluntaria y por tanto una llamada activa. Pero además debe existir la capacidad cognitiva suficiente como para decidir si se necesita pedir ayuda.
Lo que podemos asegurar desde Integración Digital es que la diversidad de casos es enorme y no se puede aspirar a cubrir las necesidades de todas las personas con un mismo modelo de pulsador.
Cuando la capacidad cognitiva no es suficiente sigue habiendo opciones, hablamos entonces de llamadas pasivas puesto que la estrategia es instalar sensores que inicien la llamada sin que el residente tenga que hacer nada.
A veces se utilizan sensores sin una evaluación de cada caso o sin establecer unas condiciones claras de funcionamiento. Es importante entender que todos los sensores tienen limitaciones y solo funcionarán bien bajo ciertas condiciones.
El «simple» hecho de detectar si alguien se levanta de la cama es un reto importante. A lo largo de los años hemos probado multitud de tecnologías y variantes de las mismas, procedentes de diversos fabricantes, y la conclusión es que sin un análisis y seguimiento de cada caso no se consigue una fiabilidad mínima.
En el caso de control de errantes también se pretende la reducción o eliminación de sujeciones. Hay que evaluar bien aspectos como la instalación a realizar en cada zona, las características de las pulseras o etiquetas que han de llevar los residentes, los horarios, mensajes, información a registrar, etc
Otros tipos de sensores también son interesantes, como los de movimiento, los ambientales, los de incontinencia o convulsiones en cama, signos vitales,… tanto si detectan actividad como falta de ella (inactividad)… Hemos hecho multitud de integraciones y seguimientos durante muchos años.